26/11/13

Don Pasquale en Oviedo

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"Don Pasquale", de crucero

La moda de los directores de escena de cambiar de tiempo y lugar las óperas clásicas

26.11.2013 | 01:52
"Don Pasquale", de crucero
"Don Pasquale", de crucero


Las obras maestras lo son porque en ellas se dan todas las circunstancias necesarias para ello. En ópera, fundamentalmente una gran inspiración musical con personajes perfectamente definidos. Y también una historia interesante dentro de un libreto teatralmente consistente. "Don Pasquale", del compositor bergamasco Gaetano Donizetti, es sin duda una de las obras maestras del mal llamado género "bufo", junto con "El barbero de Sevilla", de Rossini, y "L'Elisir d'amore", también de Donizetti. Pero lo es tal como la concibieron Donizetti y su libretista Giovanni Rufini.
Con las obras maestras de la literatura, como pueden ser "La Odisea", o "El Quijote", o "Ana Karenina" o "Cien años de soledad", no se cambia el tiempo de la historia narrada en función del siglo en que se lee. El autor en su día situó la acción donde le apeteció, y el lector, sea de la época que sea, lee la misma obra, la que escribió el autor, que permanece inalterada. El lector que prefiere leer literatura moderna acude a autores contemporáneos y no a los clásicos. Aunque los autores contemporáneos también escriben novelas ubicadas temporalmente en el pasado (la novela histórica, por ejemplo) o en el futuro (la llamada novela de ciencia ficción), por lo que el lector antes de comprar al autor contemporáneo deberá cerciorarse de que la novela transcurre en la época actual, si es eso lo que quiere. Hay, por supuesto, novelas basadas en mitos clásicos trasplantados a la época actual, pero el autor contemporáneo escribe una nueva novela, inspirada más o menos en la clásica, no se limita a cambiar cuatro cosas del original diciendo en el prólogo del libro que sucede en otra época.
Sigo sin entender por qué en la ópera no sucede lo mismo y los aficionados tenemos que tragar una representación sí y otra también las "genialidades" de los actuales directores de escena, que incluyen cambios de época y lugar sin ningún sentido que desvirtúan totalmente la obra de un autor de dos siglos atrás, usando su música y su libreto. Autor por el que de entrada no tienen ni el más mínimo respeto, convirtiendo además la mayoría de las veces su obra maestra en un producto vulgar, con el consentimiento culpable de directores artísticos y responsables de teatros o temporadas operísticas.
Eso pasó en el Campoamor con el "Don Pasquale" marinero, que transcurrió sin pena ni gloria, con cierto aburrimiento diría yo, a pesar de que los mimbres musicales eran de calidad más que suficiente para ofrecernos una buena velada, lo que propició que no faltaran los aplausos. Pero ni el excelente hacer de un intérprete de la talla de Carlos Chausson, ni el afortunado debut de Beatriz Díaz en un papel protagonista en el Campoamor, ni la buena línea de canto del tenor José Luis Sola ni las correctas contribuciones de orquesta y coro -éste cada vez más suelto escénicamente- lograron que la función se quitara de encima la losa de una escena en principio no demasiado rompedora. Pero incongruente e inadecuada para servir al espíritu y la letra de la obra de Donizetti, aunque se intentara disimular cambiando alguna que otra palabra del texto original.
El transatlántico más parecía un carguero o un buque de guerra que una embarcación de lujo. Eso sí, perfectamente equipado tipo Grandes Almacenes para poder comprar cualquier artículo para el hogar, incluidos carruajes y caballos, o cualquier tipo de ropa y complementos último modelo. - incluso con una agencia de colocación en plan Inem, pues por lo visto tampoco había dificultad para encontrar todo tipo de personal de servicio, que supongo iría alojado en camarotes como el de los Hermanos Marx en "Una noche en la ópera".
El color predominante del decorado tiñó de gris toda la función, en la que, según se puede leer en los mupis distribuidos por la ciudad, se cuenta "La historia del timo que arruinó la vida de un hombre". En absoluto esta frase sirve para resumir la ópera de Donizetti, ni tampoco el diseño del cartel es apropiado para dar una correcta imagen del espectáculo anunciado. Ni por supuesto la historia de Norina y Ernesto tiene nada que ver con las "Historias de Filadelfia", título mítico del cine norteamericano, con una de cuyas imágenes se ilustra el programa de mano para terminar de confundir al sufrido espectador.
 
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