

En mis siete años como Presidente de la Asociación Lírica Asturiana Alfredo Kraus pocas satisfacciones he tenido, por no decir ninguna, mayores que la que el miércoles pasado viví al entregar a Sor Blanca, superiora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, en presencia de Jaime Rojo, presidente de la Asociación Benéfica Cocina Económica de Oviedo, de varios de sus directivos, y de José Suárez Arias-Cachero, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, el cheque que llevaba escrita la cifra correspondiente al taquillaje del concierto homenaje a Alfredo Kraus, celebrado el pasado 7 de noviembre en el Auditorio Príncipe Felipe.
La Cocina Económica de Oviedo es una entidad benéfica ejemplar con la que colaboran muchas personas, empresas e instituciones, y en la que se percibe por tanto de manera singular lo que es la solidaridad humana. Sus instalaciones, en un alarde de buena gestiónpor parte de los miembros de su Junta Directiva, están renovándose y modernizándose de manera notable en los últimos años,a pesar del esfuerzo económico que ello supone al coincidiren el tiempo con una utilización de sus comedores que casi duplicaráen este año la que había en el 2007, consecuencia de la crisis económica que afecta al país.
La labor de las Hijas de la Caridad, que rigen la institución desde su fundación,es modélica,y la de sus directivos de un altruismo y generosidad dignos de todo elogio. A mi me producen una sana envidia pues entiendo que sus fines son de una altura de miras muy superior a la de los que, como nosotros, nos movemos dentro del ámbito cultural, en el fondo disfrutando deuna manera u otra de nuestras aficiones. Aunque comoen nuestro caso seahonrando la memoria de un artista de la categoría de Alfredo Kraus, al que recordamos de manera singular al cumplirse los diez años de su muerte.Estoy seguro que, allá donde esté, también él sentirá la mismasatisfacción que sentimos nosotros al ver que con su homenaje contribuimos al mantenimiento de la gran labor social que la Cocina Económica dispensa.
Creo también que no estaría de mas resaltar la desinteresada colaboración de los artistas que participaron en el concierto, y de todas las empresas e instituciones, entre las que encuentra este diario, que con su patrocinio y colaboración lo han hecho posible. Igualmente debo dar las gracias al público que masivamente asistió al concierto posibilitando con el dinero de su entrada alcanzar los objetivos previstos.Únicamente hemos de lamentaren todo este asunto la actitud de la Fundación Ópera de Oviedo, al no dar permiso a dos cantantes pertenecientes al elenco del reciente D. Giovanni para participar en el concierto,anteponiendo a la nobleza de los fines perseguidos temas personales de difícil justificación. Al lado de tantos comportamientos ejemplares, por parte de tantas personas e instituciones, la cortedad de miras de los responsables de la Ópera de Oviedo es, siento tener que decirlo,sencillamente lamentable.
Arlaud y Nucci
Por Carlos Glez. Abeledo
Casi recién llegado de La Coruña, donde tuve la oportunidad de asistir junto a otros aficionados asturianos a un soberbio recital de Leo Nucci y a una notable representación de I Puritani, me encuentro con unas declaraciones en este mismo medio -sábado, 5 de septiembre, pág. 7- de Philippe Arlaud, responsable de la dirección escénica de
El artículo no tiene desperdicio y es una clara muestra de los derroteros por los que discurre hoy la ópera, dominada desgraciadamente por personajes como el Sr. Arlaud con el consentimiento de muchos responsables de teatros, directores artísticos y presidentes de entes organizativos, el silencio vergonzante también de muchos directores de orquesta, cantantes y músicos, y el aplauso cómplice de las personas que ejercen la crítica operística, que en su mayoría no tienen ni de lejos los conocimientos necesarios para ejercer
En contraposición es oportuno traer a colación las manifestaciones efectuadas por Leo Nucci tras su Rigoletto del pasado mes de junio en el Teatro Real, en donde se enfrentó a la responsable escénica de dicha representación, que cambiaba de época (no podía ser de otra manera) la historia escrita por Piave. Al respecto Nucci afirmaba que en la ópera "la dramaturgia está en la partitura, y cuando uno canta lo que debe hacer es leer lo que escribió el autor". Sobre la actual moda de los directores de escena que quieren ser autores a toda costa, dice: “Es un abuso y una arrogancia apropiarse de la inteligencia de los otros (los autores), y eso es lo que hacen los directores de escena”. Acerca de su desencuentro con la directora, que no quería que saliese con joroba y cojeando, tiene "clarísimo" que la dirección que necesita su papel la pautó milimétricamente Verdi hace 158 años. Por eso él se empeña en cantar con joroba: "Rigoletto es un hombre horriblemente deforme y, si eso no se comprende, ni la historia, ni la música, que cada vez que él entra marca sus desacompasados pasos, tiene sentido". Nucci concluye: “Los directores de ópera son unos arrogantes y unos abusones". Es obligado precisar que la función en la que intervino Leo Nucci fue un éxito arrollador, con el primer “bis” de la historia reciente del Real (la ya famosa “vendetta”), mientras que el resto de funciones, que fueron unas cuantas, pasaron sin pena ni gloria.
Sr. Presidente. Miembros de
La Asociación ha traspasado a la Fundación Ópera de Oviedo la gestión y desarrollo de su Temporada de Ópera. Es un tema ya conocido y aprobado en su día sobre el que no nos vamos ahora a pronunciar. Vamos a suponer que era necesario o al menos conveniente para un mejor desenvolvimiento de
El caso es que con este sistema poca capacidad de actuación nos queda a los socios de
El derecho al pataleo (o a mostrar el zapato), que es lo que nos queda, no queremos que se limite al teatro cuando la representación, por su calidad, mejor dicho, por su falta de calidad, se haga acreedora de ello. De nuestra disconformidad con la actual situación queremos que al menos también quede constancia en esta Asamblea, al igual que lo denunciamos siempre que tenemos ocasión en otros foros. Para eso hemos constituido Foro Ópera 1011, para canalizar el descontento de muchos aficionados con la forma de llevar la Temporada por Uds. Estos aficionados son a su vez los que votaron en las últimas elecciones a la candidatura alternativa, y suponen, no lo olviden, un 46 % de los asociados que ejercieron su derecho al voto. Yo creo que mejor encuesta que esa no
Por ello, en mi nombre y en el del grupo de personas a las que represento, con todo respeto, les decimos:
1º Que reprobamos su gestión en la Fundación Ópera de Oviedo como responsables de la programación de la Temporada 2008-2009, en lo referente al elenco vocal de La Boheme, las escenografías del Barbero y el Ballo, y la coincidencia en la misma temporada de dos obras de los años cincuenta del pasado siglo, que si bien pueden tener su razón de ser en temporadas mas largas, en la nuestra, con solo cinco títulos, no. Supone un 40% de la programación, lo cual nos parece excesivo e inadecuado.
2º Les pedimos que respeten la tradición e historia de la Temporada ovetense, a la que es bueno incorporar, como las distintas directivas han ido haciendo a lo largo de los años, lo bueno que los tiempos actuales permiten e incluso demandan en cuestiones escénicas y de organización, pero sin caer en los errores y modernismos transgresores tan de moda hoy, por mucho que estén a la orden del día en teatros y temporadas de mas importancia que la nuestra.
3º Que moderen su modo de gestionar la temporada, haciendo que lo que oigamos y veamos mantenga de verdad el necesario equilibrio entre música y escena, sin olvidar lo que es mas importante, que es el respeto a los autores. Miren, de nuestro grupo se dicen muchas cosas: lo último que estamos apoyados por el PSOE para intentar llevar la ópera a
En fin, para terminar les diré que en mi opinión con sólo un poco de ese equilibrio que Uds. dicen que tienen y del cual en nuestra opinión carecen absolutamente, contentarían de verdad a la gran mayoría de los socios, que es a lo que creo que cualquier directiva debe aspirar, y lo que el sentido común pide. Mientras sigan por la línea actual seguiremos mostrando nuestra disconformidad, mal que les pese. Eso sí, con educación, como siempre hemos hecho.
El tema de la ópera de Oviedo raya el esperpento y no sólo en el escenario, circunstancia esta última a la que, si nadie pone remedio, tendremos que acostumbrarnos, dados los montajes escénicos que una y otra vez están empeñados en hacernos tragar bajo la justificación de la «renovación» y la «modernidad». Vistas las puestas en escena de «El barbero», una especie de cubo de Rubik en plan «barato paisa» o caja de cerillas giratoria en la que puedes ver a un señor orinando o a una chica depilándose, o de «Un ballo», con el famoso parto/aborto, me pregunto: ¿qué se aporta o en qué se enriquece la obra? Ahora bien, si según los gurús de la ópera de Oviedo esto es lo que se lleva, yo propongo: ¿por qué no retocamos el cuadro de las «Meninas» de Velázquez y les ponemos minifalda para actualizarlas? ¿Y si introducimos alteraciones en los párrafos de las páginas del «Quijote» transformando a sus personajes en vaqueros gays a lo «Brokeback Mountain»? ¡Ya está bien de deformar creaciones realizadas por verdaderos artistas!
Decía que el esperpento trasciende a la escena, ¿o sea, que los que no estamos de acuerdo con la forma de dirigir la ópera de Oviedo somos todos sociatas y enemigos de nuestra querida capital? ¿O sea, que todos los espectadores que patearon en la primera función de las óperas «Barbero» y «Ballo» son todos rojos y están de acuerdo en desmontar la ópera de Oviedo para llevarla a Gijón? Señores, el rollo del cerco a Oviedo no cuela entre la gente inteligente, que por suerte para Asturias es mucha, déjense ya de buscar excusas para encubrir su inoperancia. Ah, y por cierto, ni Oviedo es sólo ópera ni están los tiempos para tener sueños megalómanos. A lo mejor hay que dejar de mirarse al ombligo, a lo mejor hay que reducir sueldos, dietas, asesores, colaboradores... etcétera, y no funciones infantiles como propone el director artístico, a lo mejor hay que darse cuenta de dónde estamos y cómo están los tiempos. Redimensionen la temporada, señores, redistribuyan mejor su presupuesto, gasten más en buenas voces y menos en tanto circo, que para eso ya está el Price, y, por favor, no deshagan nuestro querido Festival de la ópera de Oviedo.
Ha terminado con más pena que gloria la LXI Temporada de Ópera de Oviedo; temporada que allá por los años cincuenta se llamaba "de ópera italiana". Con el transcurso del tiempo ya comprobamos en qué se está convirtiendo; podemos dividirla en dos espacios: el que abarca más o menos el repertorio tradicional y el que introduce títulos de avanzado siglo XX que en nada tienen que ver con la afición tradicional que ha traído la ópera hasta hoy. Diciéndolo de otro modo, se dividen los títulos en progretas y en casposos. Los primeros son aquellos "parvenues" que haciendo gala de un supuesto conocimiento musical quieren imponer a los segundos obras que pasan de principio a fin sin que les diga nada ni a unos ni a otros; eso sí, si se les pregunta, pocos tendrán el valor de decir que estas temporadas están decayendo y que vendrán muy bien para ciertos directores de orquesta, escena y cantantes que no van a llegar más allá, porque el que llega arriba hace otros repertorios.
Que si aquello de los "teléfonos", "Jenufa", "Vuelta de tuerca", "The Rake's" y otros plúmbeos espectáculos, unido a las transgresoras representaciones que últimamente programan, está llevando a gran parte de los asistentes al desánimo, teniendo en cuenta que es un espectáculo no precisamente barato y, en principio, si se paga es porque gusta, aunque haya excepciones y motivaciones distintas.
Después de muchos años de abono, casi cuarenta, de otros períodos de asistencia alternos, de otros años de comparsa, "maldito" que se llamaba entonces, voy a tener que cambiar de aficiones, no porque me llamen casposo, sino porque estoy hasta la coronilla de estas programaciones, de una señora que come y chupa caramelos de celofán, que además tiene el brazo flojo, entiéndaseme, por favor, que dice bravo sin ton ni son.
Combatir esta postura mía calificándola de casposa es desconocer los repertorios italianistas que se están representando a pesar de los profetas en todos los teatros, que no todo es poner "La Bohème", que hay muchas obras de Bellini, de Verdi, de Puccini, de Donizzetti y otros que o no se representaron en Oviedo o lo hicieron muy pocas veces. Pero que encima se coja una ópera de Verdi y se destroce escénicamente con unos cambios de vestuario, época, parto/aborto (no me quedó claro), un baile de disfraces, que no de máscaras, absurdo, yo creo que tiene delito.
Hay personas que han expresado su opinión a este respecto y otros llegando a decir, refiriéndose al "Barbero", que no se entiende que "los gags de las meadas y la depilación pudieran afectar tanto a determinadas personas, porque los condes también mean" y otras lindezas, olvidándose de la canción de los "Bee Gees" que inicia el protagonista y otros vocablos en inglés. Y todo eso le parece a una persona naïf y divertido. Debo suponer que a esas personas también le gustó lo del Boeing del "Viaje a Reims". No cabe duda de que a la directora Clement le gustan mucho el retrete, las meadas y otras cosas, ya que como las hace todo el mundo en su vida real hay quien opina que hay que llevarlo a la época de los faraones de "Aida".
Al director musical Álvaro Albiach le parece que las reacciones exaltadas del público hacen que venir a Oviedo parezca ir a una zona apartada del mundo, pues bien, no venga usted más por aquí y todos contentos.
El crítico de LA NUEVA ESPAÑA señor Cosme Marina dice que ya es una tradición el desmelene del respetable en cuanto asoma la nariz a escena el responsable escénico y que la Asociación debería atreverse con algún montaje de Calixto Bieito. Pues al señor Bieito ya lo conocemos aquí desde su intervención en el "Barberillo de Lavapiés" en el año 2005 en la temporada de zarzuela y esperemos que no vuelva. Ya la había armado anteriormente en el Liceo precisamente con un "Ballo in maschera", con urinarios y todo; ya la armó en Mérida con "Los Persas", "Réquiem por un soldado", "Wozzeck", en el Liceo y en el Real. Es que hay mucho casposo, no solamente en Oviedo.
Ya que se alude a la Asociación, yo no estoy cuestionando que hayan ganado las elecciones, pero pienso que deberían tener en cuenta el margen con que lo han hecho, que incluso se ha llegado a formar una asociación llamada 1.011, que es el número de socios que votaron a otra candidatura, y que esos movimientos asociativos no deben producir el rebote que hace poco trascendió a la prensa.
El calendario filtrado para el año que viene no presagia nada bueno, y menos con la que se puede armar entre republicanos y falangistas en "Ainadamar". De propina para los casposos "Tosca", "Simón Boccanegra" y "Don Giovanni". No sé si muchos habrán escuchado "Ariadna en Naxos" o "Ariodante", pero son dos pestiños de mucho cuidado; tampoco sé si los que queramos vender abonos tendremos la suerte que se corre cuando se programan esos títulos tan innovadores y que no hay quien coloque, eso lo saben de sobra en la Asociación.
Este escrito tenía que haberse terminado ya por mi parte, pero siguen saliendo cosas que es preciso matizar.
Así, un señor que firma como patrono de la Fundación Ópera de Oviedo dice que si añoramos a Diego Monjo y al telonín de árboles que salía en cuatro óperas distintas: pues mire usted, eso no es cierto, lo que sí lo es es que el Ayuntamiento pagaba casi todo y las cosas se hacían como se podía, ni aviones, ni aves, ni gaitas, el deportivo rojo de Argall aparcado en la trasera del teatro una semana, unos coros del Liceo que válgame Dios qué malos eran, y aun así el público sabía moderar sus críticas e incluso pateos, pero por aquí pasaron los mejores cantantes de cada momento. Yo no sé cuentas veces ha ido don Ignacio Martínez a la ópera de Oviedo y, sobre todo, pagando, pero las afirmaciones de su escrito, amén de su alusión a una persona por su cargo, es cuando menos una grosería. Claro que lo de patrono de la Fundación Ópera de Oviedo ya sabemos por dónde le viene, no precisamente porque ejerza un mecenazgo directo sobre la misma.
Y ahora encima el lunes nos cae la bronca del director artístico de la ópera de Oviedo. Pues muy bien, no cabe duda de que hay que adaptarse a los tiempos y democráticamente tendré que escoger lo que me gusta. Hoy día hay muchas tecnologías para ver y escuchar ópera, el tiempo dirá si la ópera en Oviedo se puede sostener con progretas o con casposos. Que tome nota la directiva.
Con dos buenos cantantes para «
CARLOS GONZÁLEZ ABELEDO . Presidente de Foro Ópera 1011.
Vivimos en plena era de la «posmodernidad». Todo es relativo y sólo tiene carácter de autenticidad la «realidad virtual» con que machaconamente nos inundan los medios, sin que la inmensa mayoría de la sociedad ni siquiera se plantee un mínimo análisis o controversia intelectual. Y eso ocurre a todos los niveles: el político, el moral, el cultural, etcétera. La verdad y la mentira son pues conceptos manejables, que no tienen valor objetivo. Y así se acepta como verdad lo que no deja de ser una mentira. Basta que lo repita lo suficiente la televisión, la prensa, un grupo de opinión o un partido político para que se acepte sin más.
A nivel mundial en la ópera estamos asistiendo a un claro ejemplo de lo que antecede. Así se dice: «Hay que modernizar la ópera». Y ¿en qué consiste esa pretendida modernización? ¿En ofrecer oportunidades a los compositores contemporáneos para que compongan nuevas óperas? No. ¿En fomentar la creatividad de músicos y libretistas para que surjan nuevos modelos musicales? Tampoco. ¿En, por lo menos, estrenar las óperas que algunos compositores ya tienen compuestas? Muy de tarde en tarde. ¿En aplicar a las escenografías los adelantos tecnológicos actuales para hacerlas más bellas y espectaculares? Ni mucho menos. Modernizar la ópera consiste básicamente en destrozar las obras de repertorio, cambiándolas de época y lugar, descontextualizando, por tanto, texto y música, siguiendo las «ocurrencias» de geniales directores escénicos que ofrecen una visión personal y «actual» de las supuestas intenciones de sus autores, llámense éstos Verdi, Rossini o un casi contemporáneo Stravinski.
En nombre de esta «puesta al día» de la ópera se están cometiendo verdaderos atropellos en casi todos los teatros del mundo, faltando al respeto a compositores y a libretistas y al propio público. Una ópera representada hoy tal como la concibieron sus autores no tiene interés. Y algunos teatros rivalizan en presentar las escenografías más «provocadoras» en bien de esta supuesta modernización de la ópera. El asalto a los centros de decisión en los teatros por los nuevos «gurús» de la ópera, la sorprendente pasividad de muchos cantantes y directores de orquesta y el aplauso de una crítica sin ningún o poco conocimiento musical, pero que se encuentra muy a gusto cerca de los centros de poder, han hecho que una clara mentira, es decir, que modernizar la ópera sea descontextualizar las obras, sea aceptada incluso por gran parte del público, nuevo o menos nuevo, que asiste masivamente a las programaciones operísticas, como la gran verdad de estos tiempos.
Desgraciadamente, las temporadas de ópera ovetenses han caído desde hace algunos años con todo el equipaje en esta moda de la «modernización». Esta temporada sólo un título podríamos decir (con algunas reservas) que fue representado en su contexto: «Diálogos de Carmelitas». Las otras cuatro fueron representadas como a sus respectivos directores de escena les dio la gana. No obstante, hemos mejorado con respecto a la pasada temporada: las cinco fueron representadas fuera de contexto. En dos ediciones de diez óperas, nueve. Buen promedio. Este año, no obstante, parece que los aficionados han dicho por fin basta, y han exteriorizado claramente su desacuerdo con las dos últimas producciones: un «Barbero de Sevilla», que claramente no sacó a los buenos cantantes que hubo todo lo que podían haber dado, y un «Baile de máscaras», cuya absurda escenografía perjudicó también al equipo vocal, que no fue tan malo como dio la impresión, a juzgar por los pocos aplausos recogidos.
Como balance de la temporada que acaba de finalizar hemos de apuntar en el haber las estupendas representaciones de «Diálogos de Carmelitas», ópera de no excesivos méritos musicales en comparación con las grandes obras del repertorio, pero con valores dramáticos contrastados y diez minutos finales sobrecogedores. Tanto el reparto vocal, muy equilibrado, con actuaciones sobresalientes de María Bayo, Elena de
Con la ópera de Stravinski se rizó el rizo, al escenificarla en
El «Barbero» contó con un equipo vocal muy solvente. Fue el mejor elenco de la temporada y así lo reconoció el público, que los aplaudió con ganas. A destacar el buen hacer tanto vocal como escénico de José Manuel Zapata (que se atrevió incluso con el difícil «Cessa de più resistere»), la solvencia de Bruno de Simone y Pietro Spagnoli y lamentar que lo absurdo de la escena impidiera brillar en sus respectivas arias a Silvia Tro y Simón Orfila. Hemos oído varias «Calumnias» al bueno de Simón. Pero es incompatible cantar dicha aria, expresando lo que el texto indica, mientras se está en una absurda pelea con el dentista (don Bartolo), a ver quién le saca una muela a quién. Lo mismo podemos decir del aria «Una voce poco fa» de Rosina. Independientemente del hecho de la depilación en sí (y de las piernas de la mezzo), no es situación que encaje con la música de Rossini. Así, casi todas las «gracias» que levantaron risas del público fueron producto de astracanadas que, por supuesto, no están en el libreto. En cambio, pasaron desapercibidos, dentro del barullo general, los múltiples detalles de fino humor que la obra encierra. Tampoco ayudó en nada a respetar el espíritu y las intenciones del compositor la lentitud con que el maestro Albiach llevó la obra, estorbando claramente a los cantantes, como a Zapata en el «Ecco ridente», al que casi ahoga. En definitiva, una pena no haber contado con un director solvente y una escena apropiada para haber disfrutado de unas muy buenas veladas operísticas.
Y llegamos al «Ballo». Obra de madurez de Verdi, precursora en lo musical de sus últimas obras maestras, contó con un equipo vocal entre lo discreto y lo bueno. Muy bien Ulrica, a quien se perjudicó en su terrorífica aria de entrada, como en los casos comentados anteriormente por lo absurdo de la escena. Excelente Beatriz Díaz, aunque el papel no es el más adecuado vocalmente para ella, de menos a más
En resumen, nota media de la temporada: un aprobado discreto. Lo verdaderamente lamentable es que cambiando pocas cosas hubiese sido un notable alto: dos buenos cantantes para «
«Es imposible contentar a todo el mundo, pero la gente debería tener la mente abierta a diferentes propuestas»
JAVIER MENÉNDEZ, Director artístico de la Ópera de Oviedo. La Nueva España, 2/feb/2009
Diana DÍAZ
Javier Menéndez (Oviedo, 1972) elabora las directrices de
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-La creación de un nuevo público. Para mí es lo principal no sólo de esta temporada, sino de toda la trayectoria del proyecto operístico que hemos puesto en marcha en Oviedo.
-¿De qué manera?
-La quinta función fuera de abono, con unos precios reducidos que acercan la ópera a toda la población, ha sido clave para este objetivo. Esta iniciativa permite también incorporar a cantantes jóvenes a través de un segundo reparto. El éxito de público que ha respaldado esta iniciativa ha sido impresionante.
-¿Podría quedarse con alguna ópera de
-Defiendo todas las óperas de la programación, pero el espectáculo de «Diálogos de Carmelitas» fue genial y con un reparto redondo. ¡Aunque está mal que yo lo diga! (Ríe). Fue un montaje sencillo e impactante, con María Bayo debutando en el papel, que estuvo magnífica. «Diálogos» y el «Rake's Progress» fueron las dos óperas del siglo XX de la temporada, lo que responde a la ampliación del repertorio, que pienso ha sido otro de los puntos importantes este año.
-Esta temporada ha tenido diferentes reacciones desde la grada.
-La Ópera de Oviedo ya no tiene un solo público, sino muchos públicos diferentes. Y eso es fantástico. «El barbero de Sevilla» fue pateado en el estreno, mientras que en la función de segundo «cast» la gente se reía como loca y gritaba «bravos». Me parece maravilloso que haya gente que venga a la ópera no a juzgar a un cantante determinado, sino a ver un espectáculo y dejarse sorprender. Los hay que quieren volver a disfrutar experiencias pasadas, que no digo que esté mal, y otros que se dejan sorprender y divertirse.
-¿Es difícil contentar a todo el mundo?
-Difícil no, imposible. Creo que, en general, la gente debería tener la mente abierta con la idea de poder disfrutar de varias propuestas, tanto en composición musical como estética visual. Pienso que es sanísimo poder alimentarse de una variedad de estéticas artísticas. No veo dónde puede estar el problema.
-Pero su proyecto lírico aboga por un equilibrio entre tradición y modernidad.
-Sí, es un equilibrio que también caracteriza la ópera en sí misma. No podemos olvidar que es un espectáculo arcaico, pero tampoco podemos pensar que «The Rake's Progress» es una novedad. ¡Una película, con sesenta años, ya se considera un clásico! En los siglos XVIII y XIX se consumían las óperas a la manera del cine de hoy. Si la ópera sobrevive es porque se le ha dado un aire de modernidad a todos los niveles, incluso en la interpretación musical. Si nos remontáramos a la década de los años veinte, cuarenta, cincuenta o sesenta, del siglo XX, estoy seguro de que el público no aceptaría muchas cosas.
-Explíquese.
-No se puede comparar el nivel de calidad con que se producen los espectáculos operísticos a día de hoy con lo que se hacía tan sólo hace 20 años. Por ejemplo, ahora cada uno de los seis títulos tiene lo menos veinte días de ensayos. En aquella época, las cosas se sostenían porque venían determinados divos a cantar, que no digo que no fueran excepcionales, pero como espectáculo conjunto no se podría sostener a día de hoy.
-Pretenden incorporar el sexto título en una época de crisis y en la que a la Ópera le fue denegado el aumento de la partida presupuestaria del Principado. ¿Repercutirá esto en algún aspecto de la temporada?
-En los espectáculos infantiles, ya que haremos uno en vez de tres. Pero será un espectáculo faraónico, en coproducción con Barcelona, Madrid, Bilbao, Valladolid y Sevilla. El «Retablo de Maese Pedro», de Falla, bajo la dirección de Enrique Lanz. Haremos más funciones, que se celebrarán en el Auditorio, por necesidades del montaje. No queremos desatender esta faceta de la programación, pero con la posibilidad de hacer un sexto título y la reducción de recursos por parte de
-Será difícil entonces programar con años vista.
-Las instituciones públicas tendrían que tener la conciencia de que la planificación de una temporada de ópera no puede tener una falta de seguridad presupuestario de un año para otro, sino una seguridad por lo menos de tres años. Eso si quieren verdaderamente apoyar un proyecto de gran proyección nacional y cada vez más internacional.
-¿Oviedo toma posiciones en el circuito lírico internacional?
-Cada vez los teatros confían más en nosotros y eso es difícil de conseguir. Estamos intentando sacar adelante proyectos con el Teatro de
«La falta de apoyo de las instituciones nos puede llevar a perder un prestigio que cuesta mucho conseguir» «La reducción de recursos de
Nace Foro Ópera 1011 como respuesta a las inquietudes que a un gran número de aficionados asturianos a la ópera, preocupados por el rumbo que desde hace varios años están tomando las temporadas del Teatro Campoamor, nos generan los excesos que en aras de una pretendida “modernización de la ópera” se producen sobre el escenario y fuera de él, en detrimento de la música y de sus autores e intérpretes.
Art. 2º